Fui fuerte.

Fui fuerte al abrirte las puertas de mi corazón cuando tu más las necesitabas, al abrazar cada uno de tus defectos con tal de estar cerca de ti. 
Fui fuerte al cogerte de la mano y decirte que todo saldría bien, que nos queremos y no tenemos por qué perdernos.
Fui fuerte al mirarte a los ojos y transmitirte todo sin necesidad de mediar palabra.
Fui fuerte, fui fuerte al decirte que te quiero, al decirte que no sabría olvidarte y al decirme a mí misma que debía dejarte marchar.
Fui fuerte al pronunciar palabras de despedida en el más profundo de los silencios y a susurrarte al oído que eres todo aquello que andaba buscando.
Fui fuerte al convencerme de que ya no éramos nosotros, que sólo éramos dos conocidos con caminos bifurcados llenos de puentes que nos van uniendo de forma aleatoria.
Fui fuerte al pasar los domingos de cama a solas junto a un café caliente.
Fui fuerte al sostener esas lágrimas que se disponían a inundar mi rostro cuando tu foto aparecía en mi carrete.
Fui fuerte al dejar las cosas fluir, al aceptar que no tengo el control de todo.
Fui fuerte al caminar por las frías calles de esta ciudad lejos de tu abrigo.
Fui fuerte al darme cuenta de que te quise cuando más lejos estabas y, sobre todo, fui fuerte al ver que un futuro nuevo se nos viene encima y ya no es tan bonito como lo imaginábamos. Es tu futuro y es mi futuro, pero no es nuestro futuro.
Fui fuerte demasiadas veces.



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