Sin palabras.
Hace días que no piso estas líneas porque mis manos habían perdido la capacidad de perderse por aquí. A mi corazón se lo había llevado la nostalgia a dar una vuelta por aquellas fechas que, por alguna razón, habían tenido suficiente fuerza para atravesarlo. Y es que desde que te fuiste, se me fueron un poco las ganas. Las ganas de escribir tan profundo y desde mí, que temblara en mis ojos tu recuerdo. Las ganas de que tu risa me acariciara el alma desgarrándola al escucharla. Y así, o por eso, le puse un parche al reloj y fui escribiendo historias ajenas en las que en ninguna aparecieras tú. Porque abuelita, te echo tanto de menos que me escuece el corazón cada vez que no encuentro palabras. Palabras para hablar de tu recuerdo en vez de contigo. Palabras para resucitar tu sonrisa, esa manera tuya de mirarme y aquellas lágrimas con las que me recodabas lo mucho que me querías. Pero, ¿sabes qué abuela? Hace tiempo que tengo algo que contarte. Aquello que aún no había sucedido