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Mostrando entradas de febrero, 2019

Casi sin darte cuenta.

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Casi sin darte cuenta ha sucedido. El peor día de tu vida, en el que creíste morir cuando unas palabras dichas sin tacto alguno te hicieron como cuchillas en las entrañas, forma un poco más parte del pasado. Esos recuerdos que vienen como granadas inesperadas de esos momentos que jamás volveréis a vivir juntos y todo lo que hacíais juntos que sabes que jamás volverás a hacer porque te recuerdan demasiado a él. Ese dolor de un herida abierta, que sangra a raudales, y que solo puedes taponar con apósitos que enseguida se empapan y hacen que la sangre brote de nuevo a mares junto con tus lagrimas, que descansan hasta evaporarse en tu almohada, de noche, mientras das vueltas en la cama sin poder dormir. Ese dolor que no te deja comer y hace que pierdas peso de una forma alarmante. Todo esto pasará sin darte cuenta. Un día te despertarás con ganas de hacer algo nuevo y no con un vacío desolador en tu pecho. Ese día te darás cuenta de que la herida está en carne viva todavía pero ya n

Fui fuerte.

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Fui fuerte al abrirte las puertas de mi corazón cuando tu más las necesitabas, al abrazar cada uno de tus defectos con tal de estar cerca de ti.  Fui fuerte al cogerte de la mano y decirte que todo saldría bien, que nos queremos y no tenemos por qué perdernos. Fui fuerte al mirarte a los ojos y transmitirte todo sin necesidad de mediar palabra. Fui fuerte, fui fuerte al decirte que te quiero, al decirte que no sabría olvidarte y al decirme a mí misma que debía dejarte marchar. Fui fuerte al pronunciar palabras de despedida en el más profundo de los silencios y a susurrarte al oído que eres todo aquello que andaba buscando. Fui fuerte al convencerme de que ya no éramos nosotros, que sólo éramos dos conocidos con caminos bifurcados llenos de puentes que nos van uniendo de forma aleatoria. Fui fuerte al pasar los domingos de cama a solas junto a un café caliente. Fui fuerte al sostener esas lágrimas que se disponían a inundar mi rostro cuando tu foto aparecía en mi carrete.

Noches de insomnio.

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Por las noches de insomnio que te aclaran la mente y por esos sentimientos amargos que hacen tu vida más dulce. Porque siempre duele un adiós, porque no nos gustan las traiciones, porque no me quiero ir pero me tengo que despedir. Porque me duele que me engañes, porque me duele tu verdad, porque a veces te quiero honesta y otras no sé ni lo que quiero. Porque te lo he dado todo, porque no quería dártelo pero no podía dejártelo de dar, porque siempre fuiste la mejor droga que pude probar. Porque yo no era yo, porque tú eras muy tú, porque yo quería irme pero no podía dejar de quedarme. Porque hoy soy yo, mi destino, mis actos, mis sentimientos y mis acciones son mías. Porque no hay mayor felicidad que la que reside en una conciencia tranquila. Por seguir hacia delante con los ojos vendados, por la valentía más cobarde. Por el si te caes te levantas dos, por las vueltas en la cama que acaban en el mismo lugar. Por los cobardes que quisieron ser valientes, por todas las veces que tropeza

Pasar página.

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Esto es por todas las personas que están siendo fuertes ahora mismo. Tú, entre otras. Cuando conociste a esa personas que no sabías, no pensabas, no podías llegar a imaginar que pudieras enamorarte de ella. Tú no estabas especialmente interesada, le conociste por casualidad. Tal vez en clase, tal vez por ser amigo de unos amigos. Esos pequeños detalles que tenía contigo sin esperar nada a cambio, y exactamente eso era lo que le dabas. Pero él seguía ahí y, cuando todos esos detalles empezaron a tener peso, cuando te demostró más de lo que hacían tantas otras personas, decidiste darle una oportunidad. Sin planes de futuro, sin presiones. Le diste una oportunidad y, no sabes cuándo, no sabes cómo, te enamoraste de él. O de ella. Las cosas iban muy bien, la balanza empezó a igualarse y estabais perdidamente enamorados el uno del otro. Estoy segura de que podrías contarme tantas historias que tenéis juntos, tantas aventuras, lugares y experiencias nuevas que compartisteis, que el ti

Si supieras.

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Si supieras la de veces que te he visto en línea, y he tenido miles de ganas de dejar los reproches a un lado. La de veces que he escrito una parrafada que no serviría para nada y he mirado fijamente el botón de enviar para terminar borrando todo de golpe, lanzando el móvil contra la cama para cogerlo cinco minutos después y volver a repetirlo todo. Si supieras que he probado a borrarlo pero me lo sé de memoria. Y al rato estas otra vez en mi agenda.  Si al menos supiera que te acuerdas alguna vez, que no fue algo sin importancia para ti, aunque apenas nadie lo sepa. Si supiera si alguna vez pensaste igual que yo, y terminaste borrando. Si al menos supiera si hay otra persona que inunda tus noches. Si supieras las veces que me he dormido con el móvil al lado. Por si me hablabas inesperadamente otra vez. Como antes. Cuando no dormíamos por una frase más. Si supieras las ganas que tengo de que al despertar tenga un simple ¨Hola¨ tuyo. Me río cuando me lo encuentro de nuevo la ma

Echándome de menos.

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Me he echado de menos muchísimas veces, tantas que dejé de contarlas cuando comprendí que tal vez fuera así siempre. Me he perdido en miradas ajenas, en abrazos que no abrigaban, en personas que no eran reales, y que sólo aparentaban ser lo que no eran. Me he lanzado al vacío sin importarme las consecuencias, me daba igual hacerme añicos o acabar entera si era capaz de salvar a quienes quería. Me he fallado constantemente por intentar no fallar al resto y para cuando he querido darme cuenta no quedaba nada de la persona que era antes. Había dejado de ser, había dejado de brillar como solía hacerlo y ese miedo que tantas veces me había acompañado, había terminado ganando. Se había salido con la suya y lo peor de todo, yo se lo había permitido al agachar la cabeza ante su mirada y no hacer nada por plantarle cara. He llorado muchas noches y me he odiado otras tantas, he gritado escribiendo y me he ahogado entre mis propios gritos. He bailado con la soledad y he conversado mil vece

Con pies de plomo.

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Te hicieron daño. Sin causas, sin motivos, sin expectativas. Sucedió y, desde entonces, sin querer, como acto reflejo,  como muralla para tu castillo , no eres la misma persona. Tienes las puertas cerradas.  Y lo entiendo.  Con pies de plomo te dicen muchos. A todos nos han hecho daño alguna vez. Y te sueltan esa frase de que el dolor nos hace fuertes, pero tú no quieres ser fuerte,  sólo quieres que pare . Quieres acabar con esa realidad que te presiona el pecho unos segundos después de despertar, cuando todos los recuerdos nublan tu mente una vez más.  Siempre presentes. Siempre presentes. Siempre presentes . Como tu canción favorita sonando en el tocadiscos una y otra vez hasta que se raya. Y en ese momento, en el que la calma del sueño te abandona para caer de golpe en la realidad, ese momento es eterno. Y, por cierto, es una mierda. No te lo esperabas, pero te hicieron daño. Tú diste todo o estabas dispuesto a darlo . Por qué. Confiabas en esa persona, nunca te lo h

Gracias mamá.

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Gracias mamá. El cariño de una madre es incomparable y tu cariño, mamá, siempre ha sido excepcional. Gracias por tu atención y tu amor incondicional. Por esos nueve meses que compartimos y por todos los años que los han seguido y que nos quedan. Por todo tu tiempo y todos esos momentos a tu lado, mamá, quiero darte las gracias. Gracias por todos esos biberones que se convirtieron en bocadillos, todos los días. Por tu insistencia. Siempre día tras día. Por enseñarme a dar los primeros pasos y asegurarte de que fueran fuertes. Por enseñarme a atarme los cordones, a usar el cuchillo y el tenedor, a usar el cepillo de dientes, a peinarme, a vestirme. Y por ser mi maestra particular. Y es que las cosas que parecían tan complicadas se hicieron simples gracias a ti y a tu ayuda. Siempre dispuesta a solucionar todos mis problemas. Y que todos mis miedos desaparezcan cuando tú apareces. Gracias mamá por tu paciencia. Sólo tú encuentras lo que yo he perdido. Te encargas de que, ante tod

Livin´ on the Edge.

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Mírala, si detrás de toda esa fachada de dureza hay una chica con sentimientos, a la que le gusta que le acaricien bien la espalda antes de dormir. Pero claro, no te lo va a decir, eso sería dejar demasiado desprotegido el corazón. Mejor cerrar y echar doble llave. Muchas veces se pregunta cómo coño va a intentar conocer a alguien si todavía ni se conoce a sí misma. Es capaz de estar hablando contigo de una cosa y de repente hablar de otra sin sentido: de un cuadro o una canción de mierda o un personaje de dibujos animados. Tiene el don de vacilarte casi sin querer; forma parte de su mente. Y eso te deja loco pero, oye, hay que quererla así. Pasa mucho de los tacones y de las tonterías simples, que le gusta lo que le haga pensar, lo que desafíe un poco su mente. Esa que se excita cuando la rozan. Y pese a todo lo anterior, aunque te parezca lo contrario, cuando alguien le importa, lo da todo. Absolutamente todo. Aún sonríe cuando suena a todo volumen Livin´on the Edge. Y q

Ahora que nos estamos olvidando.

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Sé de ti, quizás demasiado.  Disimulo la punzada de nervios cuando alguien, sin querer, pronuncia tu nombre.  Y todo vuelve. He dicho que prefería no entrar, cuando me dijeron que estabas en aquel bar. He preferido no mirar, cuando alguna amiga me ha apretado el brazo y he sabido que estabas ahí, apenas a unos metros. Y te juro que se me ha paralizado el tiempo y el cuerpo. Joder, algún día dejaré de temblar cuando te tenga cerca. Así que he preferido girar la cabeza, para no verte. Pero aún no soy capaz de decir que prefiero que callen cuando me hablan de ti. Me pregunto cómo estarás tú, ahora que nos estamos olvidando. Sé que a ti también te han hablado de mí.  Tal vez te preguntes quién es él, si habrá otros, si habrá un alguien. Pero no te preocupes, por el momento no tengo vacantes en mi vida y, por supuesto, ningún candidato.  Yo también me lo pregunto, cuando me dicen que te han visto, que tal vez, quizás, tú, ella, no lo sé. No lo quiero pensar. No lo quiero saber. Estoy bie

Te lo hubiera dado todo.

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Seguramente sabía que me metía en un sitio donde terminaría con quemaduras. Pero me hacías sonreír. Mucho. Fui incapaz de evitarlo. Y por un tiempo también fui gilipollas, pensando que dejarías todo ese presente, que suena tan a pasado, por mí. Me creía eso de que mañana lo dirías todo. De que realmente me querías. Que ya no aguantabas más. Supongo que no me di cuenta de que eres de esas personas que lo quieres todo. Y todo no se puede. Salvo que mientas. Y en eso rozas la perfección. Por lo menos hasta que te acuestas y te pones a pensar. Y aún ahora desde fuera sigo viendo que sigues igual. Que sonríes en las fotos como si no hubiera pasado nada. Aún me escribes de vez en cuando, supongo que por tu afán de no apagar nunca las llamas. Igual la razón es que preferiste mentir y callar que dar la cara. Pero seguramente lo peor sea cuando uno se miente a sí mismo. Como hice tanto tiempo. Yo, que te lo hubiera dado todo.