Sobre el amor a distancia.

Lo confieso.

Yo también lo dije; con seguridad, sin parpadear. Nunca iba a tener una relación a distancia. “Yo no estoy hecha para el amor a distancia”, dije. La cuestión es ¿alguien lo está? Y, bueno, por entonces no me imaginaba hasta qué punto la vida me iba a hacer cambiar de opinión.

Es por eso, que cada vez que alguien me dice que no podría tener una relación a distancia, con una mezcla entre pena y admiración por mí, suspiro y me parto de risa. Porque cuando estás en una relación a distancia te llueven los consejos y los comentarios, una y otra vez. Y tú los vas esquivando, como en el juego del buscaminas, porque sabes que es mejor no pensar en ello, por eso de no volverte loca.

Porque poco o nada se sabe sobre el amor a distancia hasta que estás dentro.
Hasta que no empiezas a disfrutarlo, y a sufrirlo. Te va limando y te va cambiando, y hay que luchar contra el miedo y las inseguridades. Cuántas veces me he acostado pensando que no me reconozco. Pero es que es tu propia experiencia la que te va enseñando que todo lo que creías saber sobre las relaciones, no te vale para nada. Y luchas, sobre todo, contra el tiempo. Que juntos se evapora y separados, en fin, se hace de rogar.

Puedo decir, por todas esas extraordinarias historias que conozco, que cuando empiezas una relación a distancia no tienes ni idea de dónde te estás metiendo. Simple y sencillamente, las ganas y el optimismo te pueden más que cualquier otra cosa. Y, qué narices, el amor. No piensas en el dinero, en el tiempo, en las noches en vela. No piensas en nada más que en dejarte llevar, sabiendo que va a ser difícil. Y que viva el optimismo que, sin él, el mundo se va a la mierda.

¿Puede funcionar una relación a distancia? Desde luego que sí.

Cada vez somos más los que vivimos así, y aunque haya momentos de debilidad, ¿quién nos los tiene? ¿Es un motivo para romper? Pues influir influye, no nos vamos a engañar. Pero, en toda pareja hay complicaciones, puede ser la distancia, o puede ser que no tengas nada que ver con sus amigos, que odies su afición al fútbol o que nos soportes sus ronquidos. Si lo piensas bien, todo esto pasa en cualquier pareja, aunque se vean todos los días.

Y cuando te preguntan si te merece la pena, ¿acaso crees que si no estaría así? 
Pues claro que merece la pena. Todo lo que sientes cuando le ves de nuevo, que te tiemblan las piernas como si fuera la primera vez. Que le pillas con más ganas. Aprovechas cada momento juntos y lo saboreas durante todo el camino de vuelta, los recuerdos se hacen imborrables. Está demostrado que en las relaciones a distancia, la confianza entre la pareja es muchísimo mayor, se crean vínculos más estrechos porque te esfuerzas en mejorar la comunicación. Cuántas horas me he pasado al teléfono hablando de nada y disfrutándolo tanto. Aprendes a expresar tus sentimientos con palabras y todo por lo que pasáis sólo os hace más y más fuertes.

Así que sí, a los que te preguntan, a los que aconsejan y a los que te miran incrédulos, la respuesta es sí. Merece la pena. Y si la vida me diera a elegir, hubiera tomado la misma decisión una y otra vez. 
Y que viva el amor, los kilómetros me dan igual.


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