Ella, curiosa y revoltosa.

Ella es curiosa. Va por el mundo con sus enormes ojos abiertos, intentando guardarlo todo en su memoria. No disimula cuando algo le fascina. Le gusta viajar. Tantas veces ha pensado en dejarlo todo y huir con su maleta repleta de por si acasos. Suele dar bastantes vueltas a las cosas y cree que le iría mejor si pasara de todo. Pero no puede. Ella no es así. 
Confía pronto, aunque tantas veces se ha propuesto no hacerlo. Cuenta que así se ahorra decepciones. Pero no puede evitar abrir su corazón y su mente a quien le hable de amor, de sueños y de letras. 
Dice ser patosa pero camina decidida hacia sabe dios dónde. Siempre con tantos planes, con tantas ideas, con tantas ganas de más. No vive cada día como si fuera el último, pero es feliz. Tiene sus días de sofá, manta y comida que engorda. Y le encanta.
La vida sólo se vive una vez, repite. ¿Ahorradora? Algún día. 
Le han hecho daño, alguna vez. Por tonta, dice. Probablemente ella también haya roto algún pobre corazón. Pero no se rinde, piensa que el amor no duele, sino las personas. Cuando quiere, quiere con todo, quiere sin medidas. Cree en las segundas oportunidades, pues a veces sale bien, y otras veces se aprende. Encuentra todo en su desorden, y consigue domar hasta su pelo revuelto recién levantado. Se queja de que el moño siempre le queda mejor cuando se queda en casa. Y cree que la belleza no necesita filtros ni maquillaje. Llora con algunas historias, con las de verdad, y pierde sus ojos en la carretera cuando escucha aquella canción. La canción. Dice que todos tenemos una, que está llena de nombres y de recuerdos.
Le gusta el sonido de las pisadas en la nieve. Le gusta que llueva si está a cubierto. Le gusta el olor a tierra mojada. Dice que la vida está llena de pequeños momentos, y que hay que saber valorarlos. Aprecia los detalles. Los que no se compran en centros comerciales. Y adora las croquetas. Y quién no.
A veces mira su armario y dice que está lleno de no tengo qué ponerme. También dice que la música puede curar casi todo. Y se va, tarareando. 
Pero siempre vuelve, si la necesitas, de verdad. Siempre perdona. No habla de olvidar, porque le cuesta. Y si la escuchas, si la entiendes, o si al menos lo intentas, ella está dispuesta a regalarte su tiempo. Porque eso es lo más valioso, dice.


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