Tus personas.

Las que hoy están, las que en algún momento estuvieron, las que algún día vendrán.
Quienes te enseñaron de la manera en que menos te hubiera gustado. A base de engaños, de desengaños y de muchas noches de desvelo. Quienes pusieron de menos y se llevaron de más. Hasta una parte de ti que te costó recuperar. Que hicieron y deshicieron sin valorar lo que dabas, lo que eras, lo que valías.
Pero que algo te enseñaron. Por no decir mucho.

Hubo quienes, por el contrario, te dieron lo mejor de sí mismos. Su tiempo, su compañía, su infinita paciencia. Quienes estuvieron en las buenas y en las malas. En tus días más insoportables y en tus momentos más bajos. Quienes te esperaban ver entrar y te ayudaron a salir. Te metieras donde te metieras. Quienes te hicieron ser lo que hoy eres. O gran parte. Quienes apostaron por ti, cuando tú mirabas hacia otro lado y hasta escurrías el bulto. A quienes no puedes imaginar en ningún otro lugar, que no sea en tu vida. Incluso quienes ya se fueron para no volver.

Hay quienes han llegado hace relativamente poco. Quienes hoy se cuelan por cualquier rincón insospechado para saludar, para darse a conocer, para intentar sorprenderte. Quienes te provocan una enorme sonrisa. Hasta quienes entran sin llamar tienen algo que decir. O que dar. O que regalar.

Y hay quienes hoy están, y estarán también mañana. Y en cualquier momento en que los puedas necesitar. Cuando los busques o cuando no sepas a quién recurrir. Cuando los quieras abrazar o te falte cariño por los cuatro costados. Y respuestas. E incluso motivos. Cuando quieras hablar o cuando no sepas qué decir. Sabiendo que podrás no decir nada, y te entenderán igual.

Hay quienes están, pese a no verlos tan a menudo como te gustaría. Aunque se encuentren más lejos de lo que el corazón te dicta que es normal. O razonable. O soportable. Aunque los horarios, el trabajo o las excusas os distancien de más. Aunque haya otras personas, otras rutinas, otros planes de por medio. O simple y llana dejadez. Y comodidad.

Sin embargo, hay personas por quienes no pasará el tiempo y se detendrá cada vez que os veáis. Cada vez que os miréis. Cada vez que os sentéis a solucionar el mundo. Y que, de alguna manera, lo acabaréis solucionando.

Hay quienes son como son y no lo ocultan. Ni tratan de hacerlo. Contigo, consigo mismos, con cualquiera. Quienes son auténticos, de los que te contagian su locura, sus risas, sus nervios más desesperantes, incluso sus manías más absurdas. Pero que se dejan y se hacen querer. Que hacen fácil lo difícil. Que dejan huellas muy profundas. Que son complicados de encontrar.

Y a quienes no quieres dejar ir así como así.

Hay quienes andan a tu lado sin preguntar, pero sin perderte de vista. Quienes te sacan a bailar cuando tú no estás por la labor, cuando te escondes en el fondo de la sala o cuando finges no conocer la canción. Quienes te ofrecen su hombro para descansar en cualquier momento, para llorar cuando no lo puedas evitar o para soñar a lo grande. Cuando te encuentres por todo lo alto o cuando estés literalmente por los suelos. Quienes te ofrecen su mano y no piden nada a cambio. Salvo que la tomes.

Hay quienes son camino por descubrir con otros ojos, por andar sin prisas, por sortear con calma. Quienes esconden algunos baches, numerosas piedras, pequeños hoyos. Pero también grandes paisajes y encantadoras vistas que no cualquiera puede disfrutar. Ni sabe cómo hacerlo.

Quienes te invitan a salir de donde estés, a ver mundo, a perderte en él. Para volver después a casa. Para descubrir algo por primera vez o encontrar algo que has perdido y no sabes por dónde está. Para responder preguntas, para hacerte otras nuevas. Para ver que hay otras opciones. Para ver que el sol siempre sale de nuevo.

Hay quienes son futuro, ese que todavía no ha llegado ni avecinas, pero que vendrá. Que tiene mucho que contar, momentos que regalar y sorpresas que ofrecer.

Hay personas que serán historia en sí mismas. Y en la tuya propia.

Personas que se sumarán a las que ya están y a las que estuvieron. Que te acompañarán, te enseñarán y te querrán como nadie. A su manera.

Y tú a ellas.

A tus personas, sin las cuales, tu historia sería otra muy distinta.



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Perdóname por escribir esto.

¿Qué pasó la última vez que nos vimos?