Desde que no estás.

Supongo que no debería escribirte esto, pero se me atragantan los "te echo de menos" en la garganta y se me hacen los ojos mar cada vez que miro al frente y no eres tú la tierra en la que refugiarme. Un día te pedí que te quedaras, ahora estas en mi piel y no sé como borrarme esta herida. Intento abrigarme con tu recuerdo y no es suficiente, el invierno es demasiado largo para las personas que no olvidan. No sé quien de los dos grito "sálvese quien pueda", pero yo no he podido. Ha habido tormenta y  sigo sin encontrar el camino de vuelta a casa, tú tampoco has salido a buscarme. Malditos mensajes entre líneas que te piden que vuelvas, que no quiero escribir pero se envían solos, que nunca quise que leyeras pero entraron por esos ojitos directos al corazón y a todos los puntos de tu cuerpo que cardinales o no, hicieron que me perdiera como un naufrago en medio del mar y tus costillas, y maldita sonrisa la mía la que aparece cuando me miras con esa rebeldía y con esa cara de no haber roto nunca un plato, pero si cientos de corazones. Maldita boca la tuya la que conforme se entreabre deja imaginar veintitrés historias diferentes, pero con el mismo final trágico, no es la mía a la que besa. Te he buscado en cada esquina de vuelta a casa como ya te dije en su día, pero ni te he encontrado ni he vuelto a sentir tu perfume en ninguna camiseta ajena antes de dormir. Supongo que desde que te fuiste todo lo tuyo se largó contigo, al menos, todo lo demás menos yo.


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